sábado, 5 de mayo de 2012

Macabeu

Dicen que una imagen vale más que mil palabras, yo digo que mienten, en una imagen se esconden verdades que devoran las entrañas, que van más allá de lo fisico, que por mucho que se intenten ignorar siguen ahi, no se van, se pueden camuflar, se pueden maquillar, se pueden esconder detrás de una sonrisa, se pueden enmascarar en una mirada, pero los ojos son el espejo del alma, y mirar directamente al alma de alguien es peligroso -no todos son capaces de perderse- sobretodo si detrás de esos ojos no hay más que el disfraz de un pasado del que se pretende escapar, una tristeza disimulada que no desaparece, un vacio que es imposible llenar. Una vacante permamente.

Mantener conversaciones frivolas reprimiendo las ganas de decir la verdad, mejor buscar una excusa para dejar de hablar, dejar que el tiempo borre las caricias, los besos, las palabras que nunca se dijeron, pronto todo será parte de un recuerdo sentenciado. Ya no existe, quizás nunca llego a existir, ya nada es real, ya nada importa, ahora mismo todo es pasado. Un deseo satisfecho, nada más que eso. Todo sigue su curso normal, nada ha cambiado, nada será nunca igual. Una imagen desdibujada sobre un cristal roto, no hace tanto tiempo de ello pero aún así, parece parte de otra crónica, de otra realidad, de otra dimensión. Quizás todo fue producto de una alucinación, de una media sonrisa, de una frase hecha, de un mal chiste, de una amistad basada en medias verdades o en medias mentiras. Nunca lo sabré, o quizás si, pero no ahora, ahora no es el momento.

Momentos, la vida está plagada de momentos, bonitos, tristes, entrañables, dolorosos, momentos a secas que vale la pena recordar por un motivo u otro -nunca se sabe cuando volverán-. A pesar de todo lo vivido con poco más de dos decadas me parece absurdo hablar de Vida, me queda grande el termino, para hablar de Vida hace falta morir, y puede que no me quede mucho, pero aún respiro, y mientras lo haga prefiero hablar de existencia, de supervivencia, prefiero hablar de nada en general y de todo en particular.

Nos pasamos el día hablando -mejor dicho- llenando el espacio que nos rodea de ruido. Pura basura, la mitad de las cosas que me cuentan a lo largo del día ni me importan ni me aportan una jodida mierda, incontinencia verbal ocasionada por la presión de las redes sociales. No consigo entender el afán que tiene la gente de expresarse -irónico- y de hacerlo público -más ironico aún- y buscar la aprobación del público, ¿porqué?, ¿para qué? Dónde han quedado los días en los que importaban más los amigos que demostrar que los tienes, dónde estan las anecdotas guardadas en la memoria de los protagonistas en lugar de en microchips, dónde están las canciones que significaban algo que ahora no son más que publicidad barata. Dónde está mi cigarro y porqué se ha consumido, sin darnos cuenta se convierte el futuro en pasado, sin llegar a percibirlo, el tiempo pasa. Tic. Tac. Tic. TAC. Esos segundos ya nunca volverán, y aquí estamos, perdiendo el tiempo.