viernes, 28 de diciembre de 2012

Vuelve el imnsonio, como todos los años por estas fechas.
No consigo escribir desde hace meses, me quedo en blanco. 

viernes, 17 de agosto de 2012

19/08

Tabaco, alcohol y desesperación, buen titulo si alguien tiene pensado escribir una autobiografía. Besos que acaban en mordiscos en el asiento trasero de algún coche aparcado bajo una farola perezosa que no hace bien su trabajo. Poco de todo lo que sobra y mucho de lo que falta. Calor. Dos cuerpos que se mueven acompasados buscando un broche de látex para una noche más esperando el éxtasis entre mordiscos de sal. Un momento de paz, una caricia. Había olvidado lo fácil que es todo en verano. Recuerdos inoportunos. Risas nerviosas.

Tengo ganas de echarte de mas, 
tengo ganas de dejar de pensar,
de ser libre de mi inconsciencia, 
libre de mi. 

sábado, 5 de mayo de 2012

Macabeu

Dicen que una imagen vale más que mil palabras, yo digo que mienten, en una imagen se esconden verdades que devoran las entrañas, que van más allá de lo fisico, que por mucho que se intenten ignorar siguen ahi, no se van, se pueden camuflar, se pueden maquillar, se pueden esconder detrás de una sonrisa, se pueden enmascarar en una mirada, pero los ojos son el espejo del alma, y mirar directamente al alma de alguien es peligroso -no todos son capaces de perderse- sobretodo si detrás de esos ojos no hay más que el disfraz de un pasado del que se pretende escapar, una tristeza disimulada que no desaparece, un vacio que es imposible llenar. Una vacante permamente.

Mantener conversaciones frivolas reprimiendo las ganas de decir la verdad, mejor buscar una excusa para dejar de hablar, dejar que el tiempo borre las caricias, los besos, las palabras que nunca se dijeron, pronto todo será parte de un recuerdo sentenciado. Ya no existe, quizás nunca llego a existir, ya nada es real, ya nada importa, ahora mismo todo es pasado. Un deseo satisfecho, nada más que eso. Todo sigue su curso normal, nada ha cambiado, nada será nunca igual. Una imagen desdibujada sobre un cristal roto, no hace tanto tiempo de ello pero aún así, parece parte de otra crónica, de otra realidad, de otra dimensión. Quizás todo fue producto de una alucinación, de una media sonrisa, de una frase hecha, de un mal chiste, de una amistad basada en medias verdades o en medias mentiras. Nunca lo sabré, o quizás si, pero no ahora, ahora no es el momento.

Momentos, la vida está plagada de momentos, bonitos, tristes, entrañables, dolorosos, momentos a secas que vale la pena recordar por un motivo u otro -nunca se sabe cuando volverán-. A pesar de todo lo vivido con poco más de dos decadas me parece absurdo hablar de Vida, me queda grande el termino, para hablar de Vida hace falta morir, y puede que no me quede mucho, pero aún respiro, y mientras lo haga prefiero hablar de existencia, de supervivencia, prefiero hablar de nada en general y de todo en particular.

Nos pasamos el día hablando -mejor dicho- llenando el espacio que nos rodea de ruido. Pura basura, la mitad de las cosas que me cuentan a lo largo del día ni me importan ni me aportan una jodida mierda, incontinencia verbal ocasionada por la presión de las redes sociales. No consigo entender el afán que tiene la gente de expresarse -irónico- y de hacerlo público -más ironico aún- y buscar la aprobación del público, ¿porqué?, ¿para qué? Dónde han quedado los días en los que importaban más los amigos que demostrar que los tienes, dónde estan las anecdotas guardadas en la memoria de los protagonistas en lugar de en microchips, dónde están las canciones que significaban algo que ahora no son más que publicidad barata. Dónde está mi cigarro y porqué se ha consumido, sin darnos cuenta se convierte el futuro en pasado, sin llegar a percibirlo, el tiempo pasa. Tic. Tac. Tic. TAC. Esos segundos ya nunca volverán, y aquí estamos, perdiendo el tiempo.

miércoles, 4 de abril de 2012

Autoretrato

Utopías, quimeras, ilusiones, llamadlas como queraís, se reduce todo a lo mismo, nacen y mueren dentro de nosotros, van y vienen, se regeneran, evolucionan, decaen y se extinguen. Lo que percibimos no es más que un reflejo del subconsciente, un recuerdo disfrazado.

(El Porque tú perteneces a otro mundo; el Pero yo te pedí que no lo hicieras.)

Devorar una a una palabras escritas sobre papel, saborearlas, no pensar en ellas, dejar que se acumulen en la mente, en el espacio, en la percepción. El significado se deja a la imaginación, al tiempo, al pasado, a la memoria, como reeler un libro despues de años, todo cambia, evoluciona, se distorsiona y vuelve a empezar. 

tienes una tristeza demasiado bien hecha

Mi reflejo en el espejo parece burlarse de mi, se niega a devolverme mi imagen, me ofrece una proyeccion distorsionada, llena de interrogantes que una vez fueron respuesta. Ahora, incertidumbre, intranquilidad, in-todo, in-cualquiercosa, in-nada. Proyecciones de la medula espinal, enferma y recarcomida por el pasado, libre en esencia pero encarcelada en una sociedad que...¿qué? Más preguntas.

no estamos en el mundo pero estamos aquí.

Morir en un instante, en una palabra, en un verso. Resucitar en el pasado irremediablemente, masoquismo en estado puro, una y otra vez nos aferramos a un ideal, hasta que sin darnos cuenta sucede el olvido, los sentimientos no son mas que recuerdos, las emociones sustituidas, ya no queda nada más que cicatrices en un cristal. Aterradoramente cierto, imposiblemente real. Darse cuenta, por un instante, que en este preciso momento es posible. Dejar de huir -por fin- una realidad.

Renacen espectativas de la mano de un día lluvioso que purifica el alma, me dejo acariciar por la lluvia, y siento una gota colarse por dentro del cuello de la chaqueta, llegar a mi piel desprotegida, centimetro a centimetro besa mi espalda, eriza cada rincon de mi cuerpo como una caricia traviesa de un amante temeroso del fuego capaz de despertar,  para acabar muriendo al final de mi espalda evaporandose por el calor que desprende.

Me detengo a mirar fijamente un escaparate sin verlo, una vez más retrato una caricatura en mi reflejo y sin quererlo, todo cobra sentido. El porqué, inecesario, sucede y punto. Sigue lloviendo.


 P.D: los versos en cursiva -generosamente dedicados por otra vida- pertenecen a Davidleo García. Dime qué.

sábado, 24 de marzo de 2012

Espejismos

Sale el sol y yo pierdo la fe en la humanidad por enésima vez, mañana será otro día, si, igual que hoy, igual que lo fue ayer.

Abrir los ojos y sentir su cuerpo junto al mio, mi cabeza formula un manifesto -Qué hemos hecho?-, mis labios no se atreven a pronunciarlo, como respuesta, sus ojos me sonríen con el fuego aún en el fondo de sus pupilas. Un susurro, timida excusa para alejar la sensación agridulce que nos invade. El punto de no retorno, dejado atrás sin darnos cuenta. Más confesiones de un secreto a voces, la situación nunca es la oportuna y aún así las cosas pasan. Estoy perdida, -otra vez- amargo sabor a utopía en los labios, dulce laberinto en el que me pierdo, no veo la salida, pero tampoco la estoy buscando, ¿qué más da?, mi conciencia se ha declarado en huelga junto con mis ganas de ser responsable. 

Camino sin rumbo por una ciudad llena de fantasmas, rodeada de espejismos de almas, cierro los ojos y dejo que el sol me acaricie la cara, instante de felicidad absoluta que inexorablemente se me escapa entre los dedos, una vez más, la necesidad de escapar se transpira por cada poro de mi piel y a pesar de todo cada paso me acerca más a mi perdición, un olor y me abandono. 

Cae la noche y se repite, mismo escenario, misma gente, misma música. Ritmo que estremece los sentidos, basta una mirada para que se acerque, intenta decirme algo, -para qué? me pregunto, si ya nos hemos dicho todo-, le respondo buscando sus labios, anónimos, carnosos, cálidos, suaves,  me devuelven el eco de los míos, recorro su contorno con mis manos, no me privo de ningún rincón y su cuerpo me responde, deliciosa sensación, soy parcialmente consciente de que tenemos público, opto por no pensar, solo siento el eco del grave bajo mi piel.  Ella se va, y me da igual. Un cigarro me transporta a la realidad, una superficie lisa y delante de mi una escapatoria bien alineada, no me reconozco, no se quien soy. Me pierdo. Respiro. Vuelvo. Sobre las caras de la gente veo reflejada mi propia desesperación, otro manifesto: ¿son ellos conscientes de la suya?. 

martes, 13 de marzo de 2012

Sensaciones

Esperar al metro en un andén lleno de gente desconocida, pensamiento fugaz -por suerte o por desgracia- ganas de dar un paso más del necesario, cruzar la linea, de repente, ya es tarde, el vagón está delante y las puertas se abren, otra vez será. Corre, corre, corre. Si no aceleras no sobrevives, te atropellan.  No hay tiempo para pensar, huir de sensaciones que pensaba había dejado atrás y de repente vuelven. Malditas canciones del pasado que resucitan demonios enterrados.

Asomarse demasiado a una barandilla y volver a preguntarse si se tendría el coraje de dar un paso más -vuelta a la realidad-,  recordar los dientes de una lamina de metal comiéndome la carne, casi poético, luchar contra la tentación de revivir sensaciones que me había prohibido hace mucho. Un beso de nicotina y todo vuelve a estar bien, la oscuridad se ha ido, mi mente se despeja, vuelvo a recuperar el control.

Un simple corte y a la vez potente desencadenante, todo sigue igual, sin embargo el pánico lo inunda todo. Blackout. Perder el control, todo se oscurece, mi cerebro se apaga, se me olvida respirar, los latidos se disparan desbocados, de repente, me ahogo, no se que está pasando, mi cuerpo no responde, no siento, no padezco, dulce calma dentro del caos que me invade, me gustaría perder el conocimiento, pero una voz de fondo me lo impide.

Sentimiento de culpa y vulnerabilidad, volver a empezar -otra vez-, calma inquieta de madrugada, conversaciones que no deberían existir pero que son inevitables, insomnio. Canciones que erizan los pelos de la nuca como una caricia suave que desencadena sensaciones prohibidas, momentos compartidos a oscuras, secretos que sin quererlo salen a la luz de una tarde cálida de primavera. Punto de inflexión, el deber de huir frente a las ganas de quedarse, como única respuesta una mirada incitante y unos labios entreabiertos que dejan escapar un suspiro, revelando -inexorablemente- el deseo llevado a la máxima expresión.

Nada tiene sentido y al mismo tiempo, todo parece encajar. Dejarse llevar por las normas del deseo animal, instintivo como un mordisco suave en un cuello desprotegido, o respetar la anarquía  impuesta por una sociedad que se rige por unos valores que dan risa. Surrealismo absoluto. La única respuesta, encontrar consuelo en una botella o entregarse como si se fuese la vida en ello, mañana no importa, tal vez ni llegue.